En el libro titulado La tiranía de la estupidez de José Luis Trueba Lara se cuestiona el concepto de Democracia utilizado para respaldar casi cualquier acción por descabellada que parezca. En nuestro mundo Globalizado, a manera de super comunidad, las ideas y los juicios suelen compartirse por la mayoría.
Y precisamente la democracia como gran punto de referencia siempre . hace su aparición para calmar los ánimos y unificar la opinión. No hay nada que no se haga en pos de la democracia. Así las cosas, la reforma política presentada por Felipe Calderón en diciembre pasado, tiene que ver precisamente con este discurso desgastado.
Preguntarse, sin embargo, sobre la historia de la democracia en México supondría una serie de cuestiones nada sencillas en tanto ni siquiera es claro si dicho sistema político ha existido realmente. Además sería ocioso a nuestros objetivos: a saber, plantear la cuestión del papel que ocupan las minorías en un sistema aparentemente democrático. Y su importancia en un momento de división en la opinión pública en la fracción a favor, y la fracción en contra de la aprobación de la reelección inmediata de legisladores.
En una democracia, pues, la minoría, se nos ha dicho, no tiene prácticamente injerencia en las decisiones políticas. Las minorías pasan a segundo término y la opinión de la mayoría, curiosamente muy parecida a la socializada por los medios de información de circulación nacional, es la que cuenta.
Pero ¿qué pasa cuando esta mayoría se encuentra sumamente desinformada? Las decisiones se toman de acuerdo a valores, ideologías, amores y desamores muy pobremente fundamentados.
Se dio en una ocasión en que el concepto de democracia se utilizó más indiscriminadamente que lo normal en el país. Y se dio en el contexto de la votación presidencial del 2000. Cuando Vicente Fox llega a la presidencia, los medios no hablan de otra cosa que no sea el “cambio democrático”. El tiempo demostraría que la estructura permaneció intacto y el cambio se dio sólo muy superficialmente. La mayoría se equivoca.
Ahora, la reelección de legisladores supone un nuevo paradigma para el cambio democrático, lo que sea que se desee expresar con ello, argumentando el desarrollo de nuestro sistema político de aceptarse la reelección de legisladores.
En un contexto en el que la sociedad mexicana se caracteriza por su poco interés en el voto y la casi nula desinformación la reelección de legisladores se antoja incoherente con los deseos de mejorar la democracia. ¿No es más importante construir un hábito del voto en los habitantes primero?
Si el habitante no conoce siquiera a su representante en el congreso, pensar en la reelección inmediata como solución parece incoherente en la estructura del discurso. Más aún porque no toma en cuenta la voz de las minorías.
Y precisamente la democracia como gran punto de referencia siempre . hace su aparición para calmar los ánimos y unificar la opinión. No hay nada que no se haga en pos de la democracia. Así las cosas, la reforma política presentada por Felipe Calderón en diciembre pasado, tiene que ver precisamente con este discurso desgastado.
Preguntarse, sin embargo, sobre la historia de la democracia en México supondría una serie de cuestiones nada sencillas en tanto ni siquiera es claro si dicho sistema político ha existido realmente. Además sería ocioso a nuestros objetivos: a saber, plantear la cuestión del papel que ocupan las minorías en un sistema aparentemente democrático. Y su importancia en un momento de división en la opinión pública en la fracción a favor, y la fracción en contra de la aprobación de la reelección inmediata de legisladores.
En una democracia, pues, la minoría, se nos ha dicho, no tiene prácticamente injerencia en las decisiones políticas. Las minorías pasan a segundo término y la opinión de la mayoría, curiosamente muy parecida a la socializada por los medios de información de circulación nacional, es la que cuenta.
Pero ¿qué pasa cuando esta mayoría se encuentra sumamente desinformada? Las decisiones se toman de acuerdo a valores, ideologías, amores y desamores muy pobremente fundamentados.
Se dio en una ocasión en que el concepto de democracia se utilizó más indiscriminadamente que lo normal en el país. Y se dio en el contexto de la votación presidencial del 2000. Cuando Vicente Fox llega a la presidencia, los medios no hablan de otra cosa que no sea el “cambio democrático”. El tiempo demostraría que la estructura permaneció intacto y el cambio se dio sólo muy superficialmente. La mayoría se equivoca.
Ahora, la reelección de legisladores supone un nuevo paradigma para el cambio democrático, lo que sea que se desee expresar con ello, argumentando el desarrollo de nuestro sistema político de aceptarse la reelección de legisladores.
En un contexto en el que la sociedad mexicana se caracteriza por su poco interés en el voto y la casi nula desinformación la reelección de legisladores se antoja incoherente con los deseos de mejorar la democracia. ¿No es más importante construir un hábito del voto en los habitantes primero?
Si el habitante no conoce siquiera a su representante en el congreso, pensar en la reelección inmediata como solución parece incoherente en la estructura del discurso. Más aún porque no toma en cuenta la voz de las minorías.
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