Proceso esta semana presentó un artículo (intento de reportaje) que sale de la línea que normalmente publica esta revista. “La ley del miedo…” es una estructura que sí denuncia la discriminación, mas como reportaje es endeble, es repetitivo en la información que presenta seis declaraciones en las que se expone la desgracia de que los migrantes que se han asentados de manera irregular y han tenido hijos –que naturalmente tienen la nacionalidad estadounidense– serán separados de sus padres si los llegasen a deportar. De ahí la pronta movilización de los inmigrantes ilegales por solicitar al consulado general de México en Phoenix la doble nacionalidad de sus hijos.
La gran mayoría buscará emigrar a otros estados como Nuevo México, California, Nevada, Texas o Illinois donde existe mayor tolerancia hacia los indocumentados. Volver a México no es definitivamente la opción porque “¿A qué?, ¿a que también a mí me maten o me secuestren a mis hijos? Está más cabrón allá que acá” (Esquivel, Proceso 1748: 43), asegura Ismael oriundo de Nayarit.
En cambio, el artículo de fondo titulado “Verbalismo defensivo” sí conserva la línea característica de Proceso al ser de carácter revelador y reflexivo: “La ley aprobada en Arizona ha obligado a tomar conciencia del riesgo que se corre al no tomar una acción a nivel federal” (Pellicer, Proceso 1748: 42).
Quizá, desde mi apreciación, lo más interesante no es la denuncia que gira en torno a la discriminación que México le hace a los migrantes centroamericanos en el artículo titulado “…Y en México, «holocausto» centroamericano” donde se denuncia que los secuestros, torturas y actos degradantes son cosa de todos los días.
“Amnistía Internacional emitió un informe en el que específicamente pide a las autoridades federales mexicanas emprender y coordinar un plan de acción, junto con los gobiernos estatales, encaminado a garantizar el respeto y la protección de los derechos de los migrantes indocumentados” (Rodríguez, Proceso 1748: 44).
Los narcotraficantes, como Los Zetas aprovechan muy bien esta situación pues secuestran a los migrantes en los vagones donde se esconden, los amarran de pies y manos y pagan a los migrantes con el cuerpo de alguno de ellos: “Los Zetas no pagan con dinero, sino con el cuerpo del migrante, que es muy útil; si es mujer o niño, el negocio de la trata sexual les deja grandes ganancias” (Rodríguez, Proceso 1748: 43).
Es decir, bajo estos contexto podemos analizar la siguiente información: los mexicanos indocumentados piden que sus mundos posibles no se desintegren y que el mundo real no los golpeé ni los separe de sus hijos nacidos ya en Estados Unidos; mientras que los mexicanos destruyen los mundos posibles de los migrantes centroamericanos y convierten el mundo real en un “holocausto” donde son abusados psicológica y sexualmente, extorsionados, explotados a través de prácticas análogas a la esclavitud y el tráfico de órganos… Todos ellos –al norte o al sur– son víctimas de la impunidad. REFERENCIAS:
- Esquivel, Jesús. “La ley del miedo…”, en Proceso 1748. Semana del 2 de mayo de 2010, págs. 40-43.
- Pellicer, Olga. “Verbalismo defensivo”, en Proceso 1748. Semana del 2 de mayo de 2010, págs. 42-43.
- Rodríguez García, Arturo. “…Y en México, «holocausto» centroamericano”, en Proceso 1748. Semana del 2 de mayo de 2010, págs. 44-47.
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