La comunidad científica.

Sabemos que la ciencia se forma a partir del cúmulo progresivo y acumulativo del conocimiento de las personas que, a partir de un método, desarrollan lo más parecido a una verdad irrefutable que se sustenta en experimentos objetivos, coherentes y comprobables.
Cabe en esta ocasión analizar un elemento de la comunidad que siempre ha sido objeto de críticas: El secreto científico. Actualmente la generación de conocimientos se hace a partir de sociedades discursivas, quienes crean un discurso (valga la redundancia) y se encargan de difundirlo. No siempre estos medios de difusión son los más correctos o los mejores para hacer llegar la información a los rincones del planeta pero ¿por qué es así?
Sencillo, porque no a todos les interesa el tema o no todos son competentes para entender los procedimientos, resultados y alcances. Sólo aquellos que son pertinentemente competentes tienen la posibilidad de tener acceso al discurso proferido pero, incluso en este caso, no siempre se difunde de manera masiva. Aquí entramos al verdadero dilema del secreto científico.
La apropiación del secreto que representa la investigación, debe mantenerse bajo estricto control para evitar que otro científico pueda apropiarse de la idea (éste fenómeno se ve mucho más claro en el caso de los inventores). Una opción puede ser el registro de los trabajos realizados en Derechos de Autor; sin embargo, los elevados precios del mismo, provoca que los científicos guarden con mayor recelo su información.
Este caso también es visible en el contexto del Colisionador de Hadrones puesto que el flujo de la información es restringida. Anteriormente habíamos comentado que hay países que fungen como fundadores de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), países observadores y países que colaboran con las investigaciones del centro pero que no son residentes permanentes. México entra en este tercer grupo y por lo mismo los investigadores de los diferentes centros de investigación que apoyan no tienen acceso a las investigaciones del mismo modo en que lo tienen los países residentes.
Es claro que el secreto científico se guarda con mucho recelo para evitar que haya fuga de información puesto que, la exclusividad en la misma es una fuente de poder.