Durante las semanas pasadas, la revista Proceso se ha encargado de hacer un seguimiento muy puntual a los diversos acontecimientos que se efectúan a partir de las actividades que desempeña el narcotráfico en la frontera norte del país. Dígase Ciudad Juárez o Reynosa, Monterrey no se podía quedar atrás.
Tras los hechos acontecidos el pasado 19 de marzo en la capital del estado de Nuevo León, donde dos estudiantes de la comunidad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), campus Monterrey: Francisco Javier Arredondo Verdugo y Jorge Antonio Mercado Alonso perdieron la vida al momento en que militares se enfrentaba a un grupo de sicarios sobre la avenida Garza Sada.
“El viernes) el Rector del campus Monterrey, Alberto Bustani, le habló al Procurador, y le pregunta si eran estudiantes o algo relacionado con el Tec, y le dice: ʻDefinitivamente noʼ. […] Primero el Ejército dice que eran dos de los sicarios, y luego el Procurador dice que no son del Tec, nosotros emitimos un comunicado diciendo ʻNo hay muertos que pertenezcan a esta comunidadʼ. Entonces estos papás vienen ayer preocupados por sus dos hijos, hoy al mediodía los llevan al Semefo, y dos tíos y los papás de uno de ellos están reconociéndolos”, expresó Sostmann visiblemente afligido. (Robles, Reforma: 6)
Además, a estos acontecimientos, Sostmann agregó no actuaría jurídicamente contra el Ejército pues “¿Bajo qué ley? Ellos se rigen bajo la ley de armas y explosivos, échele un ojo a ver si los puedo demandar. Se me hace que no. ¿Por el homicidio? ¿Cómo voy a demostrar eso? ¿Dónde está la Procuraduría? ¿Me voy a meter a averiguar si fue homicidio? ¿Me corresponde a mí? ¿Cuándo se determine si hubo negligencia, entonces actuamos, pero ahorita, ¡no tengo nada!” (Campos, Proceso 1743: 10)
Durante el mismo día de las ejecuciones, el Gobierno de Nuevo León y el Ejército informaron que los dos muertos eran sicarios. Al siguiente día, Rangel Sostmann, director del sistema Tec, admitió que el Tec cometió un error al descartar públicamente que las víctimas fueran estudiantes: Sumado a la expresión: “Y eso le toca al señor gobernador, que no se haga tonto” (Rodríguez, Proceso 1743: 9), queda evidenciado que la función expresiva está que “arde” en el director del Tec. Enojado, indignado, molesto; sentencioso y afligido a la vez, su discurso denota la molestia que estas ejecuciones han ocasionado en la comunidad Tec, más a él por reconocer su incredulidad ante las afirmaciones de los mandos inmediatos y por ser el rector del sistema Tec, quien debe de asumir y dar la cara aun cuando “su trabajo no es de el de ser ʻrector investigadorʼ.” (Campos, Proceso 1743: 9) Además, el cómo estructura su mensaje nos remite a la función poética, la cual bajo una situación ajena a esto, sería muy distinta: más formal y seria, no tan emotiva como ésta. En cuanto a la función referencial presente en los textos que publicó Proceso esta semana, los títulos son la clave para conocer dicha característica: “Civiles o sicarios, da igual…” y “El Ejército, sin control y sin ley” dan a conocer que se está hablando de una indistinción acerca de quiénes son las personas a las que está eliminado el Ejército: gente involucrada en el narcotráfico o gente común y corriente como los dos ex estudiantes del Tecnológico de Monterrey. Esto está íntimamente ligado al emisor: la revista Proceso que, junto con otros escenarios también en Monterrey donde mataron a dos civiles el día 3 de marzo: “Lo que sé es que se bajó mi cuñado y lo hirieron en el tórax. Estaba tirado pidiendo auxilio, una ambulancia. Mi hermana también estaba gritando. […] ʻA los sicarios, en lugar de darles auxilio, hay que matarlos como perros –le dijo un militar–, Cómo ambulancia, hijo de tu pinche madreʼ. […] Mi hermana seguí pidiendo auxilio. Quería huir, salvarse y los militares la balacearon toda, desde la espalda hasta la cabeza” (Campos, Proceso 1743: 7) pretenden, mediante la función apelativa, evidenciar que el Ejército está haciendo lo que se le da su regalada gana y están asesinando a gente indistintamente y, por ende, son unos homicidas. REFERENCIAS:
-Campos Garza, Luciano. “Civiles o sicarios, da igual…”, en Proceso 1743. Semana del 28 de marzo de 2010, p. 6-13.
-Robles, Osvaldo. “Mueren a tiros dos alumnos de excelencia”, en Reforma. Domingo 21 de marzo de 2010. Año 17 (5,933). Nacional, p. 6.
1 comentario:
Claro, no sé qué pasa con el país ya no sólo es Ciudad Juárez, así como dices: “Monterrey no se podía quedar atrás”. Y esta semana ya también se preocupan por Sinaloa (Mazatlán y Culiacán), Durango, Monterrey y, por supuesto, Chihuahua (Ciudad Juárez).
El día martes 30 de marzo, tanto el diario La Jornada como El Universal explicaron que el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, mencionó que en días pasados el Ejército Mexicano entregó a la Procuraduría General de la República (PGR) los videos relacionados con la muerte de estos estudiantes de posgrado del Tec.
Lo que a mí se me hace un tanto raro, por no decir demasiado, es que entre el secretario de Gobernación, la PGR y el Ejército se pasan los videos y ninguno sabe nada. Todo sigue siendo “presunto” o “sospechoso”, pero no hay nada seguro. Incluso, en El Universal citaron a Gómez Mont que dijo: “Tengo conocimiento de que las fuerzas militares ya han entregado videos a la PGR y en cualquier momento habrá un ejercicio de comunicación para que se explique la dinámica de los hechos ocurridos en Monterrey”.
Todo esto me recuerda a que el presidente FCH ha declarado algunas cuestiones acerca del narcotráfico como la “ridícula minoría” o “el bolero metido en tu casa”. Pero ¿en qué clase de casa o cuál ridícula minoría si cada vez hay más muertos?
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