Aristegui y el Houston mexicano

Con 208 votos a favor y 2 en contra se aprobó el proyecto de Ley que creará a la Agencia Espacial Mexicana (AEXA). El 20 de abril pasado el Congreso de la Unión aprobó por fin la creación de una agencia espacial en suelo mexicano. Un proyecto que tiene más de 6 años y que se suma, en edad, a los más de 20 años que tiene de atraso México en este rubro, comparado con países como Brasil ni qué hablar de otros como Estados Unidos o Rusia.

Esta semana Carmen Aristegui entrevistó a dos de los principales impulsores del proyecto; el ingeniero Fernando de la Peña y el ingeniero Octavio Flores. El primero acudió en 2004 con el Ejecutivo Federal, léase Fox, para impulsar un proyecto de estas dimensiones pero recibió un clásico “nosotros te llamamos”. El proyecto sólo encontró apoyo en Hidalgo, se logró un acuerdo con un diputado, una de las grandes razones por la que una de las 3 bases se plantea en Tulancingo, el Houston mexicano.

Aristegui preguntaba frecuentemente ¿Y si no vamos a llevar a alguien a la Luna entonces para qué? Y la respuesta, único gran argumento esgrimido por los dos invitados, fue siempre la misma “desarrollo y venta de tecnología”. Un argumento válido por completo pero cuya respuesta es completamente insuficiente ¿Necesitamos acaso una agencia espacial?

Si bien ambos promotores se veían muy ilusionados con la idea de zanjar los problemas del país mediante la construcción de tecnología de última generación, es un sueño guajiro que nos han presentado mil veces. La descentralizada agencia será, probablemente, un resquicio más donde el presidente del país pueda colocar a amigos desempleados e ineptos, el consejo directivo no será precedido por una mayoría académica y el director será nombrado directamente por el presidente.

Por lo tanto, que no nos sorprenda si esta agencia termina siendo otro bonito sueño como tantos que han servido para enriquecer a las familias poderosas del país, por supuesto con el erario público. Pero esperemos, sin mucha esperanza, que si se logra constituir como un organismo limpio y eficiente sí constituya un eje de desarrollo para el país, que se hunde un poco más cada día.