Este domingo 30 de mayo, diario Reforma publica en su sección de información nacional la nota titulada “fuman desde más jóvenes” en la cual se indica que el número de fumadores jóvenes ha disminuido; sin embargo, comienzan a fumar desde más temprana edad.
Ahora, el promedio de edad de quienes comienzan a fumar es de trece años, mientras en las mujeres la cifra disminuye a los diez y once años. La cuestión es preocupante pues si duda es uno de los principales problemas de salud pública en el país y al mismo tiempo uno de los que menos atención recibe.
Pensar, por ejemplo en las generaciones jóvenes que, en un futuro no serán productivas por los distintos daños que provoca el cigarrillo, así como los gastos del sector salud para tratar sus distintos males. Estos hechos hacen pensar en la posibilidad de iniciar otra guerra, más inteligente, contra una de las adicciones más poderosas a nivel mundial. Una droga legal que causa mucho más estragos a la salud que algunos enervantes blandos (por ejemplo la marihuana) y un síndrome de abstinencia mucho más agresivo.
Lo que quiere decir que es más difícil abandonar el vicio. Esta guerra, desde luego, implica combatir a las grandes empresas cigarreras que inundan el mercado mexicano y subir los precios de sus productos. Así como medidas de corte educacional y de orientación e información dirigidas a las jóvenes generaciones en sus distintos niveles educativos. Así como apoyar el surgimiento de una nueva cultura deportiva, para la que hacen falta espacios libres de delincuencia y con una infraestructura apropiada.
Lo único claro es que no se han tomado las medidas necesarias para disminuir el consumo de tabaco en generaciones cada vez más jóvenes. Esta es la forma en que las empresas transnacionales, a final de cuentas, consiguen la tan apreciado lealtad de marca.
Ahora, el promedio de edad de quienes comienzan a fumar es de trece años, mientras en las mujeres la cifra disminuye a los diez y once años. La cuestión es preocupante pues si duda es uno de los principales problemas de salud pública en el país y al mismo tiempo uno de los que menos atención recibe.
Pensar, por ejemplo en las generaciones jóvenes que, en un futuro no serán productivas por los distintos daños que provoca el cigarrillo, así como los gastos del sector salud para tratar sus distintos males. Estos hechos hacen pensar en la posibilidad de iniciar otra guerra, más inteligente, contra una de las adicciones más poderosas a nivel mundial. Una droga legal que causa mucho más estragos a la salud que algunos enervantes blandos (por ejemplo la marihuana) y un síndrome de abstinencia mucho más agresivo.
Lo que quiere decir que es más difícil abandonar el vicio. Esta guerra, desde luego, implica combatir a las grandes empresas cigarreras que inundan el mercado mexicano y subir los precios de sus productos. Así como medidas de corte educacional y de orientación e información dirigidas a las jóvenes generaciones en sus distintos niveles educativos. Así como apoyar el surgimiento de una nueva cultura deportiva, para la que hacen falta espacios libres de delincuencia y con una infraestructura apropiada.
Lo único claro es que no se han tomado las medidas necesarias para disminuir el consumo de tabaco en generaciones cada vez más jóvenes. Esta es la forma en que las empresas transnacionales, a final de cuentas, consiguen la tan apreciado lealtad de marca.
1 comentario:
Difiero con el Reforma, no entiendo qué importancia tiene si fuman más, menos, o nada, jóvenes, adolecentes o niños; creo que hay problemas más importantes a resolver en este país.
Y también piesno que la gente sabe lo que hace.
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